
23 Dic «Sé lo que estás pensando» , «Le caigo mal»…Cuando tu cerebro es tu peor enemigo
Tu cerebro lo tiene claro. Sabe lo que el otro está pensando y sintiendo sobre ti o sobre la situación. Lee el siguiente caso. ¿Te identificas?
“Notas que un compañero de trabajo no te ha saludado como siempre. Piensas que debe estar enfadado contigo, empiezas a darle vueltas. Habré hecho algo que le haya sentado mal, seguro. No sé que podrá haber sido, pero mejor no le pregunto ¡Si algo le ha sentado mal que me lo diga! Ahora seguro que está pensando que es muy incómodo seguir trabajando juntos teniendo esta mala relación y seguro que se lo cuenta a los demás y acabarán pensando como él. Tendría que haber tenido más cuidado con mi manera de ser y actuar en el trabajo”
Si leyendo esto te has sentido en algún momento identificado… cometes lo que los psicólogos llamamos lectura de pensamiento. Una interpretación de la realidad donde creemos saber qué está pensando el otro. Interpretaciones de las situaciones que nos llevan a actuar de una determinada manera alterando nuestro estado de ánimo.
La lectura del pensamiento (creer tener la capacidad de valorar lo que el otro está pensando y hacer conjeturas en función de ello), es uno de las distorsiones cognitivas más comunes y afectan a nuestro comportamiento y estado de ánimo y por ende a nuestra relación con las personas que nos rodean.
¿Cómo actúa tu cerebro cuando hace un análisis erróneo sobre el otro?
Retrayéndose o contraatacando. Es decir, puede tomar distancia, alejarse de aquel que “le ha hecho daño”, mezclado con vergüenza y culpabilidad o bien, actuar a la defensiva, tomárselo como un ataque del que me tengo que defender. En ambos casos se ve afectada la relación con el otro y tu propio bienestar.
Cuando esto se repite una y otra vez, nuestra autoestima cae en picado y los síntomas ansiosos comienzan.
Ahora piensa, ¿puede ser que tu compañero simplemente tenga un mal día?, ¿quizás te ha saludado como cada mañana pero eres tú el que lo has analizado de manera diferente? ó ¿simplemente llevaba prisa?
¿Por qué nos pasa?
Porque a tu cerebro le llegan millones de estímulos diarios y aprende atajos para no tener que procesar todos ellos. Imagina lo cansado que sería para tu cerebro tener que procesar y dar una explicación a cada una de las situaciones, estaría cada momento evaluando la situación. Entonces, aprende «atajos» que de manera automática explican ciertas situaciones. Aprende algo así como unos patrones de comportamiento que saltan de manera automática e inconsciente. Y he aquí el problema, al ser automáticos se disparan sin ser procesados y al ser inconscientes, no nos damos ni cuenta. Por eso de repente nos vemos enfadados con nuestro compañero de trabajo pero sin que haya pasado realmente nada. De entre los numerosos atajos cognitivos que hay, uno de ellos es la lectura del pensamiento.
¿Qué puedo hacer para evitar este atajo?
¡El saber que existe ya es un gran paso! Aprende a identificarlo. Ahora tu cerebro tiene que «desaprender» y ganar en flexibilidad de pensamiento, seguridad y asertividad. Hay que entrenarle a dar un paso atrás y valorar si realmente la conclusión que hemos sacado ha sido la correcta o solo una hipótesis. Si no tenemos datos suficientes para asegurar que ese compañero de trabajo está molesto, ¿qué mejor manera de salir de dudas que preguntándoselo?