Síntomas de la ansiedad 🎈Aprende cómo identificarlos.

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Síntomas de la ansiedad 🎈Aprende cómo identificarlos.

 

El 42% de la población española adulta ha sufrido ansiedad en el último año. Aprende a identificarla y prevenirla.

 

«Era un día normal. Salí de casa para coger el trasporte público. Cada vez lo llevaba peor. Mucha gente, un calor horrible, espacios pequeños. Sin motivo aparente, sentado en uno de los asientos del vagón, empecé a tener palpitaciones fuertes, el corazón me funcionaba a mil por hora, el aire no me entraba y no sabía por qué»

«No me había pasado nunca antes. Estaba asustado. Me costaba respirar. No tenía salida porque el metro estaba en movimiento»

«Empecé a respirar fuerte, cerré los ojos unos segundos e intentaba no pensar en nada. Sin motivo aparente las palpitaciones fueron disminuyendo poco a poco pero el susto seguía ahí. Me di cuenta que tenía un problema y necesitaba contárselo a alguien»

Lo que acabas de leer es un testimonio de uno de nuestros pacientes. Y esto, querido lector, es ansiedad.

Si has llegado hasta aquí seguramente sea porque te has sentido identificado. Porque detrás de lo que leías has sentido empatía. Porque te ha resultado familiar. Porque quizás lo has vivido esta mañana o quizás conoces a alguien cercano que te ha contado algo similar.

Testimonios como este, se repiten día tras día en nuestra consulta. Es, sin duda, lo más común.

  • Porque la sociedad está así montada.
  • Porque nos acostumbramos a hacer 2, 3 o incluso 4 cosas a la vez.
  • Porque tenemos exigencias desde fuera y desde dentro.
  • Porque no nos vale hacer las cosas bien, las queremos hacer perfectas.
  • Porque hacemos demasiadas cosas.
  • Porque mientras ves una película miras el correo o Instagram.
  • Porque mientras esperas el autobús revisas Facebook o “aprovechas” para contestar Whatsapps
  • Porque mientras te das una ducha piensas en qué te espera durante el día.

 

Y esto, es agotador.

Tu mente no descansa, siempre tiene algo que hacer, algo en lo que pensar. PARA. Porque la ansiedad viene a darnos un toque de atención, se queja de que algo no va bien. Revisa primero si lo que no va bien es tu ritmo de vida. Párate a pensar hace cuanto no te sientas 5 minutos para escucharte, para no hacer nada. 5 minutos en silencio, sin nada más que pensar en ti, en tus sensaciones.

Claro que la ansiedad puede venir por otras cosas. Algunos planteamientos existenciales del tipo: “Me veo mayor, ¿vuelvo ya a España para asentarme?” “¿Quiero tener hijos o es la sociedad la que quiere que los tenga? ¿Tengo la vida que realmente deseo tener? ¿Qué voy a estudiar si no me gusta nada?

Preguntas existenciales que también generan ansiedad pero que suelen estar camufladas en el día a día, en nuestra rutina de “tengo que hacer…” o “debería hacer…” En nuestra rutina de agradar a los demás y de ser productivos.

O esos atajos cognitivos de los que hemos hablado otras veces, en forma de:

«No hago nada bien, en cualquier momento me echan del trabajo y ¿qué podré hacer después?» «Le he notado distante, seguro que le ha molestado algo que he hecho. Hoy mi jefe estaba muy serio, me va a echar» «Mi pareja ya no me desea como antes, seguro que está pensando en dejarme» «Vaya tontería he dicho, van a pensar que soy tonto»

Hasta que un día pasa, un día te despiertas por la noche pensando que te falta el aire o vas en el metro, como nuestro paciente, y empiezas a notar que tu corazón late más fuerte de lo habitual.

Probablemente llevabas acelerado un tiempo, pero no le habías prestado demasiada atención. Has intentado normalizar el nudo en el estómago, los suspiros, las ganas de respirar profundo, el despertarte ya cansado. Para. Escúchate. A la ansiedad no hay que tenerle miedo. No es peligrosa. Si no es algo puntual, pide ayuda.

La terapia cognitiva-conductual es la más recomendada cuando nos enfrentamos a la ansiedad. A veces será necesario complementarlo con fármacos que te recetará tu psiquiatra.

No tengas miedo. Es algo puntual. La psiquiatría y la psicología están para esto. Igual que si te duele la cabeza no dejarías de tomar un ibuprofeno, no normalices tu sufrimiento psicológico. 

Y recuerda, en Psicoinnova, estamos para ayudarte.